9.7.15

Cuentos de azotea

Éste, así como el cuento de la entrada anterior, lo inicié a escribir en la azotea del edificio donde vivo así que trilladamente los llamaré "Cuentos de Azotea"; cuando se publique el compendio, claro. Déjenme, uno puede soñar. Como sea, los dejo con el segundo cuento.

Incomprendida
 
—Nada. No has hecho nada, ese es el problema.
—¿Y qué quieres que haga, Nacho?
—¡Carajo! No me hagas responder eso. 
—¡¿Y por qué carajos no?! —Exclamó Ana levantándose desafiante de su asiento—.
—Porque entonces pareceré solamente un egoísta, Annie —dijo Ignacio mientras comenzaba a caminar y gesticular con sus brazos alrededor de la sala—. Pero debes saber que más que egoísmo estoy pidiendo equidad, que te intereses de nuevo por nuestra relación. Últimamente me he esforzado por que salgamos más seguido y hagamos cosas nuevas; sin embargo, han pasado ya tres meses y te sigo notando distante conmigo. Es más, hubo un momento en que llegué a tener celos de tu pinche celular; le sonríes más a esa chingadera que a mí. ¡Quiero que reacciones, Ana! ¡Que hables conmigo, que hagas algo al respecto!
—¡Cómo puedes decirme eso! ¡Hazme el ching...
Eran las tres con doce de la madrugada y Ana fue despertada repentinamente a causa de los reclamos de un Ignacio que agitadamente balbuceaba mientras aún dormía.
—¡Nacho, despierta! ¡Hey! —Dijo Ana levantando cada vez más la voz mientras lo sacudía de los hombros—.
Ignacio se despertó exaltado y gritando:
—¡Pues qué esperabas!
—Ya, tranquilo, estabas soñando —dijo Ana con voz tranquila—. ¿Qué estabas soñando?
—Creo fue más una pesadilla. Estábamos discutiendo y... —Ya algo espabilado decidió mejor no dar más detalles—.
—¿Por qué discutíamos? Hablabas dormido, casi gritando, y entre cada tanto se escuchaba un "carajo".  ¿Acaso era algo muy serio?
—A decir verdad, Annie, hay algo de lo que quiero hablar contigo. —Dijo seriamente y luego se incorporó recargando su espalda en la cabecera de la cama.
—¿Qué fue lo que hice?
—Nada. No has hecho nada, ese es el problema.

7.7.15

Primer intento

Uff, despues de añísimos de no escribir aquí he regresado, aunque no sé si será solo algo temporal. En fin, básicamente regresé para publicar lo siguiente que es mi primer intento oficial escribiendo algo con relativo sentido. Y pues sin más fanfarria, helo ahí.

Una breve despedida 
—Cuando Júpiter y Venus vuelvan a juntarse una vez más, ahí es cuando nos volveremos a ver —respondió él, amargamente bromeando—. 
—Deja de hacerlo más difícil con tus cursilerías astrológicas, menso —dijo ella con las lágrimas aferrándose al borde de sus ojos—. Aunque sabes que me encantan, no estás haciendo esto más fácil.
—Ya vete entonces, tu acompañante ya parece desesperado —Perry pareció ser parte de la conversación respondiendo con un par de ladridos inquietos desde la ventana del auto—. ¡Ya va, Perry, tranquilo! —Perry contestó lanzando un ladrido alegre—. 
Se tomaron de las manos, se dieron un fuerte abrazo y un intenso beso que desearon hubiera durado siglos, aunque los dos sabían que la despedida debía ser breve creyendo ingenuamente que así sería menos dolorosa. Ella logró contener las lágrimas solo hasta haber subido al auto y al partir no pudo más. 
Él fijó su mirada en el auto que partía hasta que lo perdió de vista. Con el corazón todavía latiendo aceleradamente se cuestionó si debió haberle dicho algo más. Pero sabía que cualquier cosa que hubiera mencionado habría hecho la despedida más dolorosa para ella. «Y obviamente para mí también, es más, yo creo que no hubiera podido articular siquiera una palabra más», pensó sonriendo melancólicamente mientras las lágrimas escurrian por sus mejillas. «Yo y mis cursilerías».


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