15.4.08

Historia de un día...

El día de hoy fue bastante agradable, desde el clima hasta dos eventos muy curiosos que me tuvieron riendo el resto del día. Uno de ellos sucedió cuando iba camino a mi servicio social. Subí al taxi y dentro iba una señora. Llevaba yo mi indispensable reproductor de audio, que para un melómano es como la jeringa que porta la heroína para el jonkie. Despues de acomodarme en el asiento, la señora a mi lado me miró, giré mi cabeza para verla e hizo una seña para que me quitara los audífonos.

- Quítatelos... -me dijo.
- Dígame, señora -dije, mientras me quitaba el audífono izquierdo, para así escucharla claramente. Quiero declarar a mi favor que no suelo escuchar la música a un alto volúmen, si de algo sirve.
- Quítate esos audífonos. Estás joven, debes cuidarte -lo dijo con una voz de consejo-. Ustedes los jóvenes deben cuidarse, les gusta excederse. Yo por eso, siempre trato de platicar con ustedes, por que Dios así me lo ha dicho. El otro día le dije a cinco borrachos que se cuidaran. Me hubiera gustado decirles que hicieran algo de provecho, que ayudaran a los viejitos a arreglar su casa, a barrer, a acomodar cosas, pero estaban muy borrachos, y ellos ni siquiera leen la biblia. Pues en la biblia está todo esto que te platico. Hay que cuidarse, pues ahora ya no es como antes. Antes uno se enfermaba y con algún té de hierbas se curaba sin más. Ahora no, ahora es diferente. Que te recetan tales medicinas, o que te cocen una herida para que no quede marca.

Estaba atento a lo que me decía, sin saber que expresión hacer, solo me limité a responder con una sonrisa cordial y de asentimiento. De vez en cuando, más bien, raramente con un "sí, tiene razón".

- Luego veo a jóvenes fumando -continuó con su monólogo-, y les digo que no nada mas ellos se hacen daño. Sí, eso les digo. No me dicen nada por que llevo la biblia conmigo. Y pues hacen daño a su pareja, a sus hijos. Y ese es el problema.
- Sí, hacen daño a las personas que los rodean -dije, creyendo haber hecho un comentario acertado.
- No, pero sus hijos... La esposa se enferma, él se enferma, pero los dos van al doctor, o se toman una aspirina, un mejoral, un tesito, lo que sea, y ya están mejor. Pero si el niño se enferma, chilla y chilla. ¿Y que hace la mamá? Le pega para que la deje lavar. Y si vuelve a llorar, le vuelve a pegar para que la deje lavar.

Su monólogo terminó ahí, pues llegó su parada. Amablemente al salir del taxi me dijo que tuviera un buen día. A lo que respondí con: "gracias, Señora. Igualmente, y gracias...". Regresé al interior del taxi. El conductor me miró por el espejo retrovisor inexpresivamente. Yo solo coloqué el audífono de nuevo en mi oído, y sonreí el resto del viaje. Pensé que no está mal que hable con nosotros los jóvenes. Al menos ella está tratando de corregir a esta juventud descarrilada, como dijera un jóven.

Salí del servicio y antes de tomar un taxi para mi casa, me encontré con un buen amigo. Platicamos sobre un video muy interesante y divertido:




Muy interesante el hecho de que al equilibrarse las fuerzas produzcan la levitación. O el hecho de que la longitud del campo sea de dieciocho kilómetros.


Me despedí de él. Subí al taxi. Decidí caminar a casa unas cuantas cuadras. Bajé del taxi hasta donde llegaba. En el camino, la reproducción aleatoria trajo a mis oídos a un grupo que combinó perfectamente con el ambiente: The Clientele con el disco Strange Geometry, obviamente es su deber escucharlo. Despues, un poco de Ben Folds Five con su canción "Selfless, cold and compossed". Y como extra, a Esthero con "Everyday is a holiday", probablemente no armonize mucho con las anteriores, pero no deja de ser una gran canción, que curiosamente hoy la escuché, aparentemente, por primera vez.


Llegó la noche. Yo seguía caminando. Y en una calle no muy transitada, ví a un señor de aspecto extraño. Percibí su mirada. Mientras se acercaba a mí, pude ver su rostro. Era bastante extraño, algo desconcertante, trillado, tal vez. Tenía un ojo completamente blanco y anormalmente abierto. Es probable que ni siquiera fuera su ojo, pudo haber sido vidrio. Me miraba fíjamente, como si tratara de reconocerme, o grabarse mi rostro para después, cuando tuviera la oportunidad, seguramente saludarme. Continuó mirándome directamente a los ojos con una expresión, tal vez, maligna. Exagero, pero era similar. Afortunadamente, ambos continuamos nuestro camino.

Y así, termina el día con la publicación de este post. Un día sin duda, muy peculiar, claro, en mi personal punto de vista.

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